
El pensamiento era un cuchillo helado que me atravesaba el pecho. Hasta ese instante había preferido no pensar ...me había dejado ir suave.
Sentía su humedad entre mis piernas trayéndome a la realidad, más que evidencia... para mi era la señal esperada. Se clarificaba mi visión y mi cabeza se despejaba.
¿Habrá mañana para nosotros? Era la pregunta que me retumbaba en el esternón...curiosamente no sentía prisa por contestarla.
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